Zentrum Paul Klee_Berna_Suiza #Arquitectura
El acceso se realiza
tangencialmente a la fachada sur –transparente–, de manera que se acentúa la
percepción de las ondas por el escorzo de la perspectiva, además de mostrársele
al visitante algunas visiones del interior. El edificio, para ocultar aún más su
presencia, está semienterrado. La entrada, pues, consiste en una pasarela curva
que salva el foso excavado frente a la fachada sur para iluminar las plantas
inferiores. Este acceso tan liviano es muy sugerente, tiene algo de esa magia
que impregna el abordaje de un barco, cuando uno es consciente de estar
abandonando el suelo firme para introducirse en otro medio menos seguro. Algo
parecido siente uno aquí: como que está penetrando la oscuridad de la caverna y
abandonando la luz clara de la superficie. Sin embargo, no es del todo así. Los
tres grandes espacios generados por la ondulación de la cubierta están cerrados
frontalmente por un plano translúcido. Entre este plano y la fachada paralela,
se crean unos espacios intermedios donde se colocan diversos servicios –venta
de entradas, tienda, cafetería…–, que se conectan mediante una suerte de paseo
panorámico que atraviesa las ondas de la cubierta entrando y saliendo del
edificio. La fachada sur vidriada está cortada por unos planos blancos
horizontales que, además de dar mayor amplitud a los espacios intermedios,
reflejan la luz del sol, y la introducen en las salas a través del plano
translúcido de cerramiento.
Ya en los esbozos del arquitecto
se aprecia el paralelismo de la forma ondulada de la cubierta-fachada con los
trazos del pintor Paul Klee. Pero más allá de esta similitud tan directa y
gráfica, se puede apreciar otra más sutil. Hemos hablado del gótico y del valor
simbólico de la luz. Ahora toca hablar de las sombras, porque la analogía de
este edificio con el mito de la caverna de Platón es algo que, sin duda, no
pasará desapercibido a los filósofos que visiten el lugar, más incluso, cuando
todos los elementos del mito están presentes: el fondo de la caverna, las
sombras (obras de arte), el tabique o biombo que oculta la fuente de luz, los
hombres, la realidad exterior y la luz del sol. En el mito de Platón, las
sombras que veían los hombres encadenados en el fondo de la caverna eran la
imagen de los objetos reales que se encontraban fuera de la caverna. Los
hombres creían que lo que veían era real y no habrían creído a alguien que
viniera del exterior y les dijera lo contrario. Su mundo se concentraba en esas
sombras esenciales. Si hubieran salido, la luz del sol los habría cegado.
Paradójicamente, en este caso, el movimiento se invierte. Los hombres vienen de
la luz del sol, para sumergirse en la oscuridad de la caverna y contemplar las
obras de arte bajo la luz suavizada por filtros y reflexiones; las obras de
arte como sombras de la realidad de la que provenimos, pero que quizá seamos
incapaces de descifrar sin un filtro que nos proteja de la cegadora luz del
sol.
Fotografías: Nicolás Nova, Norbert Aepli, Debora Pota, Denancé Michel, Kotivalo, Sailko, Kotomi, Roger Labeyrie, Chee Keong Foo, Jonathan Reid, LulaMae's, Annalisa Ricci.
Texto: Revista Diagonal (http://www.revistadiagonal.com/articles/nostalgia-del-absoluto/)